De nuevo te alejas.
Vagas formas
que allá
en los días de mi juventud
le mostré
a tu turbada vista.
Intentaré retenerte esta vez?.
Siento mi corazón
inclinado
todavía a aquellas ilusiones?.
Sabes la manera
de atraer el espíritu del saber,
y jamás
me he visto tan perpleja
por la caída de tus deseos
por complacer a la multitud
que no vive y no deja vivir.
Esa multitud fatal
vestida de raso,
resplandeciente de oro
y cargadas de pedrerías;
que brillan
menos que tus ojos azules;
que cuentan pasiones llenas de vigor
pero diversas como lo son sus bellezas
y que se empeña en poblar
el vacío anaquel
de un náufrago
en una isla desierta.
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