sábado, 19 de marzo de 2011

Entre muros.



El sol inclemente
se escurre sobre mi cuerpo,
en un patio de olvido y gritos.

Camino, sobre el cemento seco,
despojada del anillo metálico
que la sociedad me dio para ser
mujer decente.

Me cuido ya no de ti
sino de las miradas lascivas
de aquellas que desean sólo la ternura,
la protección o quizás el sexo que me has vedado.

Te busco en los dias de gente,
de pláticas, de alegrías.
Para mi no hay visita hoy.

“ya se casó allá en el otro lado”
me dijeron los vientos
que traen tu aroma
en los recuerdos vagos
de los dias de amor.

Estoy aquí purgando
tú sentencia, que la sociedad
me impuso porque era tu mujer,
por quererte, por tener tus hijos,
tus noches y tus respiros.

Estos muros…
no aminoran el tiempo,
lo comprimen en sudores,
gritos, golpes y ojos que no duermen
de noche.

Porque la oscuridad,
trae manos de compañeras
o celadoras sin hombre;
gritos de locas que ya no
me perturban desde hace tiempo,
sólo su aullar nocturno lento y silencioso,
me recuerdan tu cobardía.

Me aferro a mi cuerpo
y busco en su carne muerta:
Sentir el correr del agua de río sobre mí,
sentir las manos de mi padre
sobre mis cabellos…ahora negadas.

Sentir la mirada de mi madre
que sólo ella me trae bendiciones,
sentir la sangre que me hace mujer,
sentir el vientre que parió tus hijos,
sentir el tiempo que me ha de llevar
de vuelta.

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