
Ahora que me miras
sabes que no he sido
tu criatura normal y predecible.
Soy la huraña,
la esquiva
y mi santa voluntad.
Soy mía,
sólo mía.
Y no tengo una fotografía familiar en la repisa
ni un perchero para colgar los abrigos y las bolsas.
Sé que algo quieres matar con tus labios
cuando me hablas y yo rechazo otra cerveza
por mantener mis fauces listas,
por ver si morirás bajo el látigo de mi lengua.
Al fin que mi boca es muy mía y no te ha prometido nada.
Das un sorbo a tu botella,
me sonríes.
Sabes tú cómo laten las heridas?
He resucitado en cada golpe
con esta llaga que colmo de razón
cada mañana
y no lloro por esta larva que llamamos vida
ni siento nostalgia frente a los vitrales
de la iglesia.
No conozco el remordimiento
ni su llovizna de sal.
En cualquier momento doy un tirón a la mesa puesta
y cómo vas a detenerme?.
Qué me van a importar a mí los lugares comunes
´o que mi silencio te desangre?.
Regresaré con el resto de mis días,
no importa.
Me queda mi afilada garra de pasión en la mirada
y, por si las dudas,
algunas víctimas dispuestas.
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