Para la sociedad la pérdida de un individuo, sea el mejor o el peor de entre nosotros, es un sacrificio insignificante. Lástima que tal sacrificio, en ciertos casos, es necesario pero sería mucho más necesario que el individuo pensara de diferente manera y concediese mayor importancia a su conservación y desarrollo que a su trabajo en beneficio propio.
Por eso, sinceramente, no se lamenta la pérdida del individuo laborioso por él mismo, porque en dado caso la desinteresada sociedad hubiese trabajado con más método para conservarlo más tiempo.
Se reconoce sin duda la ventaja que habría producido esto, pero se tiene más superior y más duradera la ventaja de que se haya consumado el sacrificio, recibiendo nueva y visionaria confirmación el sentimiento de la víctima destinada al sacrificio.
En todo caso hay que respetar más el pudor con que la naturaleza se esconde, detrás de enigmas e incertidumbres y desmentir las grandes mitificaciones humanas creyendo en que el hombre más perjudicial posiblemente sea el más inútil para la conservación de la especie.
Así que Diego, sigue tus mejores o peores inclinaciones buscando tu perdición; así algún día serás probablemente un bienhechor de la humanidad y conseguirás quien te alabe y que te burle.
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