miércoles, 31 de marzo de 2010

Mal tiempo

Es mi cuarto, mi noche, mi vino.
Hora de Dios creciente.
Obscuro hueco aquí bajo mis manos.
Invento mi cuerpo, tiempo,
y ruinas de mi voz en mi garganta.
Apagado silencio.

He aquí que me desnudo para habitar mi muerte.

Sombras en llamas hay bajo mis párpados.
Me adentro en la oquedad sin palabra posible,
en esa inimaginable orfandad de la luz
donde todo es intento, aproximado afán y cercanía.

J. Randell se llama.

Él puso en mi corazón imposibles imágenes
y una gran libertad desconocida.

Voces llenas de ojos en el aire
corren la obscuridad, muros transitan.
(Lamento abandonado en la banqueta.
Un grito, a las once, buscando mi conciencia).

En paz, serena,
fumo mi nombre, recuerdo.

Porque caí, como una piedra en el agua,
o una hoja en el agua,
o un suspiro en el agua.
Caí como un ojo en una lágrima.

Y me sentí mujer para toda humedad,
suave en cualquier ternura,
lenta en todo callar.
Fui la primera -hasta la última-
en ser amor y olvido,
ni amor ni olvido.
(Porque soles opuestos...
Siempre el mismo y distinto.
Igual que sangre en círculo, al corazón, igual.)

El porvenir que cae me filtra hasta perderse.
Yo soy: ahora, aquí, siempre, jamás.

Amanece de tarde. Sin Sol.
(Para sus manos un guante: mi corazón).

Yo le hubiera injertado mis labios
en sus brazos, de dos en dos.

Ya no me alegro cuando estoy triste.
Apenas frío. Minuto en Ron.

A lo largo de mí todos los muertos
bien muertos son.
(A las 5. Puntuales.
En el número 5 del panteón).

Entonces se envidian suspiros en las rosas,
besos-palomas de balcón a balcón.
Pero la sucia noche revolvía alfileres,
sábanas, rezos, cruces, luto de amor.

Caras agrias, en sombra, el deseo encendió.
Muro de agua, la angustia, se levantó.
Humo rojo en mis venas. Transfigurado cielo.

Magia de amor errante.
Fantasma, sombra, unmbral-

Algo que soy, me viene a llevar.
Eso que nunca he dicho
empiezo a callar.

¡Cómo el viento en retazos,
cómo la lleva en granos,
cómo de azul cristal.!

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