domingo, 14 de febrero de 2010

Castigare

"…y señores, podemos concluir que el fin de la Tierra podría estar más cerca de lo que pensamos”. Ultimátum emitido por el International News Time al finalizar una investigación realizada cualitativamente acerca del "Armagedon".

Martes 11 de Mayo, 4:26 am.

El insomnio de Javier lo obliga a permanecer despierto frente a la ventana de su cuarto. Sentado en el suelo, meciéndose, con la mirada fija en la luna, y derramando saliva de su boca, reza los 23 primeros Salmos de la Biblia que aprendió desde los 11 años.

Su madre, vestida con una túnica blanca paralela al color de su cabello, toca rutinariamente la puerta del cuarto de Javier con un pequeño plato de galletas de chocolate en las manos.

- “No te olvides de rezar los 3 proverbios que te enseñe hoy, hijo” - Dice la señora de 68 años al dejar las galletas en el piso.

Y Javier empieza a balbucear de nuevo, como hace tres días.

Su madre, al notarlo, entra bruscamente a la recámara de su único hijo, lo toma en sus brazos y lo empieza a cachetear.

- “ Nunc autem in Christo Iesu vos qui aliquando eratis longe facti estis prope in sanguine Christi” – Grita la madre una y otra vez, hasta que logra calmar a su hijo. Lo arrulla y él cierra sus parpados de tan sólo 43 años.

Horas después, a las 6:55am, Javier y su madre se sientan a desayunar. Los trozos de fruta picada en cuadros perfectos dentro de un platón desinfectado se logran ver sobre el comedor extremadamente ordenado y limpio. Los dos, callados, ingieren sus alimentos, cuando Javier dice:

- “Yo tengo la culpa de mi ataque epiléptico de anoche, madre"

- “No hijo, recuerda que tú eres perfecto. Eres hijo de Dios. Eres una creación de Él. Él te hizo a su imagen y semejanza”

- “Gracias madre, siempre lo recordaré, pero ¿por qué tengo insomnio?. Entonces no soy tan perfecto”

A lo que la madre gritando contesta:

-“Cállate, espíritu de duda y sal del cuerpo de mi hijo!!”

Furiosa, toma un tenedor y lo clava traspasando cruelmente la mano de Javier, que tiene sobre la mesa.
Javier grita desgarradoramente y desentierra el trinchete de su mano rápidamente. Agonizando de dolor, cae al suelo y se desmaya. Su madre se levanta de su silla tranquilamente, toma el tenedor y lo lleva al fregadero de la cocina. Lo lava limpiando la sangre. Minutos después limpia y desinfecta cuidadosamente las manchas de la mesa y el suelo.

Toma de las manos a su hijo desmayado y lo arrastra sobre el suelo y las escaleras de madera. Lo lleva a su recámara. Lo acuesta en su cama y lo cubre con una cobija, cuando de pronto suena el timbre.

Ella baja las escaleras sin desesperación alguna y abre la puerta.

-“Buenos días, doña Martina”- dice su vecino, el señor Hernández.

- “Buenos días, Hernández” – dice ella con una expresión interrogante.

- “Me proponía a ir a dejar a mis hijos a la escuela cuando escuché a Javier gritar desde su casa. ¿Sucede algo malo?”.

- “No. Tal vez fue su imaginación”.

- “No lo creo señora, lo escuché muy claro”.

- “Bueno, tal vez haya sucedido algo malo dentro de mi casa pero creo que usted es el menos indicado para decírmelo ya que no es de su incumbencia, o me equivoco?”.

El señor Hernández con algo de vergüenza le contesta:

-“Si, tiene usted razón. Disculpe mi atrevimiento”

- “Y de una vez dígale a su esposa que no empiece a rumorar sobre esto, está claro?”.

- “Si señora, discúlpeme”.

Martina cierra la puerta con una sonrisa discreta. Se limpia las manos con su camisón blanco después de haber tocado la manija de la puerta y sube a su recámara.

Se recuesta en su cama y prende el televisor.

- “…comparen con veneno y enfermedades los malos engendrados por el espíritu de dominio, astucia y violencia que la bestia poseerá en los últimos días de nuestra tierra, de nuestra existencia. Por eso concluyo que no queda mucho para nuestro deceso ”.

Terminó con la entrevista, realizada por el International News Time, un sociólogo-historiador e investigador de la Universidad de Cambrige, en E.U.A . A lo que Martina dice:

-“Falsos profetas blasfemos arrepiéntanse!!”

Una hora y media después de lo ocurrido en el comedor Javier se levanta de su cama quejumbroso, entra al baño y se lava la herida de la mano con jabón mirándose al espejo. Con un gesto de molestia toma una toalla pequeña y la dobla dos veces, la introduce en su boca y la muerde. Toma dos respiros profundos recordando aquél día en que su padre lo arrojó de las escaleras cuando tenía 8 años, le provocó una fractura en el tobillo izquierdo y lesiones graves en la cabeza; esa es una explicación clara de sus ataques de epilepsia. Abre la puerta del buró que está junto al inodoro y saca una botella de 600 ml de alcohol 96º. Extiende su mano herida en el lavabo de porcelana blanca y con la otra abre la botella con sus dedos índice y pulgar. Cuenta hasta tres mentalmente, cierra los ojos y vacía la mitad de la botella del líquido transparente en la prematura herida. Las venas de su cuerpo están por reventarse.


Se dirige a la recámara de su madre. Ésta al percibirlo se levanta ágilmente de la cama y cierra la puerta asegurándola.

-“Abre mamá!!, quiero que me cantes para aliviar mi dolor!!”- Javier le dice llorando, hincado al pie de la puerta.

Y Martina no contesta.

-“Quiero que me arrulles otra vez”- Javier insiste.

Martina decide levantarse de la cama nuevamente y abre la puerta. Observa a Javier humillándolo con una mirada superiora y le dice:

- “No consolaré nunca más tus heridas. No me importa si mueres desangrado por una perforación minúscula que nada se compara con las heridas de mi Jesucristo. Eres mi castigo, mi pesar, mi tormento, por eso debí escuchar a mi padre y abortarte."

Después de su fría y confusa declaración causada por su trastorno de doble personalidad, Martina mira fijamente a su hijo hincado, patea su cabeza y lo tira al suelo, mientras Javier llena con sus lágrimas el pasillo hasta dormir agotado.

No hay comentarios: